martes, noviembre 06, 2007

Pasión desmedida y arrebato con nombre de Mujer...




He de confesarlo e incluso gritarlo a los cuatro vientos. Esta era mi película favorita de todas las convocadas a este Festival. La que quería, anhelaba ver y apreciar, por ser el maestro Vicente Aranda uno de mis directores favoritos, por la contundencia de su talento para retratar las pasiones humanas, desde siempre.

El Aranda de Amantes, la Pasión Turca, Libertarias, Juana la Loca. El osado y atrevido director que sin pudor alguno, ni falsos moralismos, desnuda a sus personajes ante el público para enhebrar vivencias y apasionadas relaciones. La pasión como móvil de un crimen, como forma de vida, como mecanismo de autodestrucción de unos seres corroídos por su propio instinto, como hilo conductual de sus turbadores relatos.

Necesitaba satisfacer mi arandiano deseo de reencontrarme con uno de mis directores favoritos, quien tenia entendido, había logrado sacar el animal,la bestia dormida de la sensual Paz Vega para convertirla en la más auténtica y particular de las Carmen.

Tuve que verla dos veces, para apreciarle objetivamente (o tratar de hacerlo) no dejarme obnubilar por el deseo, la fiebre, cual amante enardecido, la vehemencia que ab inicio casi me causa un accidente cerebro vascular, al constatar que mis expectativas no eran satisfechas, que algo no me “hacia clic” o que ésta no era la peli favorita que quería ver del Festival .

Y es que, a mi juicio, el principal factor que atenta contra si misma, reside en la preconcebida concepción que tenemos, de este mítico y popular personaje de la ópera y el Cine, que tantas versiones ha dado, para sembrar en el espectador, una imagen tatuada en su memoria y afectos, que hasta en nuestro suelo patrio, tuvo su homóloga, en la acertada interpretación que melodramáticamente hiciera Mayra Alejandra, en la célebre obra de Román Chalbaud (excelente antes de volverse amnésico y venderle su alma a la revolución) "Carmen la que contaba 16 años".

O sea, esta "Carmen de Aranda", tiene el terrible compromiso, de enfrentarse a si misma y a la vez, tratar de salir airosa de ese rollo, lo cual, acertadamente logra, a pesar de algunas dificultades.

La puesta es escena es grandiosa, descomunal, casi operática en su ambientación, pero sin el exceso de dramatismo, a lo que hemos estado acostumbrados en cuanto a histrionismo se refiere.

Aranda recrea con verdadera maestría su historia, que desde su inicio pretende demostrarnos su interés en alejarse de las ideas preconcebidas del relato por todos conocido. La inclusión del novelista, no sólo en el planteamiento narrativo, sino además, interactuando con los personajes principales, lo cual le confiere un aire distinto al guión y atrapa el interés del espectador.

La reconstrucción de la época, musicalización, fotografía, edición y vestuario son soberbias y constituyen el hilo conductor de este afiebrado relato de la pasión y destrucción que ésta es capaz de generar en los seres humanos.

Pero también debedestacarse que más allá de la excelente estética y concepción formal, esta Carmen de Aranda, difiere, además de sus predecesoras, de la que de si misma hace Paz Vega.

Su interpretación, sí, es descomunal, bestial, como han expresado críticos hispanos. Refleja una vez más, con fidelidad, esa impecable galería de "mujeres fatales" de la filmografía de este maestro del cine, seduce, embruja, hechiza, pero, a su vez, dista en algunos momentos, de ese “apasionamiento vehemente" que está tatuado en nuestra `preconcebida concepción´ del mítico personaje. Al menos así lo sentí, las dos ocasiones que disfruté la película, que, confieso, si disfruté, pero no como pensaba hacerlo. De momento me resulta fácil, asimilar su interpretación como la de otra mujer, enigmática, seductora, temible, caprichosa, perturbadora, pero a mi juicio, no delirantemente apasionada. Esto, sobre todo en la segunda parte (y quizás la más determinante) de la película.

El Don José que interpreta Leonardo Sbaraglia, Mas allá de su atractivo físico y su mirada a ratos conmovedora, posee un mimetismo excesivo, que atenta contra el personaje y clímax del relato. Por otra parte, resulta demasiado pusilánime, débil, embrujado y hechizado por los encantos, de esta casi demoníaca mujer, de esta Eva española, disfrazada de manzana, que ni siquiera halla en sí misma, cómo explicar su actuar y cuyo consorte se encuentra incapaz de expresarnos (o convencernos) de su voluntad de poseerla, sólo para sí. El resto del elenco, asume convincentemente sus roles y España se torna protagonista de un sórdido y apasionado relato, donde el deseo consume hasta matar.

Una historia extraordinaria, dirigida por uno de los mejores cineastas españoles y protagonizada por una estupenda actriz, quizás la más famosa de la nueva camada del cine español, de la que, para disfrutarla plenamente, hay que borrarse de la memoria, todo cuanto se conoce de ella (versiones anteriores), para poder de manera efectiva dejarse embrujar por su verdadero encanto.

Indudablemente recomendable.

Sinopsis argumental (cortesía de la butaca)

Durante un viaje por España, el azar convierte al escritor francés Prosper Mérimée (Jay Benedict) en testigo de una historia apasionante. La naturaleza libre y enigmática de una mujer llamada Carmen (Paz Vega), su belleza meridional, su carácter arrebatado y pasional, hacen que el sargento José (Leonardo Sbaraglia) se convierta en víctima y protagonista de acontecimientos extraordinarios, de amores turbulentos y pasiones incontrolables, en una cadena de fatalismo, celos y sangre. Con cada nuevo amante de Carmen, con cada nuevo episodio de amor, pasión y celos, José da un paso hacia la marginalidad y la delincuencia. La muerte tiñe una y otra vez de rojo las manos de José hasta que finalmente, tras disparar contra el último amante de Carmen, intenta llevársela lejos y empezar una nueva vida. Pero ni las súplicas ni las amenazas le sirven de nada. En vano se humillará ante Carmen, ofreciéndole una vida próspera y feliz. Las apasiona-das palabras de amor caen en el vacío y en la más terrible de las indiferencias. Y la impotencia y la pasión empujan una vez más la mano de José hacia la navaja desnuda. ¿Qué otra cosa podía hacer? Si cada episodio de amor es una pequeña muerte, ¿cómo se puede retener todo el amor de Carmen, cómo se puede abrazar su fuego abrasador?

1 comentario:

Anónimo dijo...

No te voy a negar que me gustaría poder disfrutarla, no solo por tu apreciacón sino porque me gustaría conocer los trabajos de este afamado director que ya en anteriores oportunidades nos has recomendado. Gracias por el video, de esta forma haces que resulte aún más atractiva la invitación de ir a verla...lástima que el festival dure tan poco...Saludos, corazón. MIGUELINA