viernes, julio 27, 2007

Cuando la fuerza de una canción y la etérea belleza de su intérprete rompe todas las barreras tornándola universalmente eterna...(Por siempre Karina)


Yo no se como amarlo, Jesucristo Super Estrella

Sin Ti, Por siempre Karina


Dejaré, en Disco de Oro en México

jueves, julio 26, 2007

Siempre, ante cualquier circunstancia, hay que recordar que a pesar de todo... ¡No hay mal que por bien no venga!

¡Al fin lo conseguí!,estaba tras este video de una canción especial para mi cuya letra compartí con ustedes en un post anterior, pero no había podido conseguir, hasta hoy, que les confieso, me cae como anillo al dedo...Además, José Feliciano tiene una magia particular para cantar...lo que le dé la gana, como sucede con ese clásico romántico del bolero "TAN POQUITA FE" con el que cierro con broche de oro este último regalo...del día de hoy...

Bueno, es que su letra es tan universal, que jamás pasará de moda,

¡Espero les guste y lo disfruten tanto como yo!

Se les quiere y recuerda...siempre!

P.D. No he podido responderles porque estoy con las limitaciones del acceso electrónico y apenas dispongo de tiempo para postear,revisar comentarios y volver a mi rutina,pero prometo irlo haciendo,en la medida de lo posible...

Ausencia...de Neruda



Apenas te he dejado,
vas en mí, cristalina
o temblorosa,
o inquieta, herida por mí mismo
o colmada de amor, como cuando tus ojos
se cierran sobre el don de la vida
que sin cesar te entrego.

Amor mío,
nos hemos encontrado
sedientos y nos hemos
bebido toda el agua y la sangre,
nos encontramos
con hambre
y nos mordimos
como el fuego muerde,
dejándonos heridas.

Pero espérame,
guárdame tu dulzura.
Yo te daré también
una rosa.

Pablo Neruda

miércoles, julio 25, 2007

La fábula del Pendejo...


Buenos dias queridos amigos,me permito,con el permiso de Ustedes,compartir la siguiente fábula recibida mediante correo electrónico. Para reflexionar...

LA FÁBULA DEL PENDEJO

Se cuenta que en una ciudad, un grupo de personas se divertían con el pendejo del pueblo, un pobre infeliz, de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y limosnas.

Diariamente algunos hombres llamaban al pendejo al bar donde se reunían y le
ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 10 pesos y
otra de menor tamaño, pero de 50 pesos. Él siempre cogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.

Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le
llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de
mayor tamaño valía menos y este le respondió:

- "Lo se, no soy tan pendejo. Ya se que vale cinco veces menos, pero el día que
escoja la otra, el jueguito acaba y se acabó mi ganancia".

MORALEJA

Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:

La primera: Quien parece pendejo, no siempre lo es.

La segunda: ¿Cuáles eran los verdaderos pendejos de la historia?

La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.

Pero la conclusión más interesante es:

Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre
nosotros mismos. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.

"El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser pendejo, delante de un pendejo que aparenta ser inteligente".

martes, julio 24, 2007

La Fábula de los Ciegos (inspirada en Voltaire), Hermann Hesse (1929)


Durante los primeros años del hospital de ciegos, como se sabe, todos los internos detentaban los mismos derechos y sus pequeñas cuestiones se resolvían por mayoría simple, sacándolas a votación. Con el sentido del tacto sabían distinguir las monedas de cobre y las de plata, y nunca se dió el caso de que ninguno de ellos confundiese el vino de Mosela con el de Borgoña. Tenían el olfato mucho más sensible que el de sus vecinos videntes. Acerca de los cuatro sentidos consiguieron establecer brillantes razonamientos, es decir que sabían de ellos cuanto hay que saber, y de esa manera vivían tranquilos y felices en la medida en que tal cosa sea posible para unos ciegos.

Por desgracia sucedió entonces que uno de sus maestros manifestó la pretensión de saber algo concreto acerca del sentido de la vista. pronunció discursos, agitó cuanto pudo, ganó seguidores y por último consiguió hacerse nombrar principal del gremio de los ciegos. Sentaba cátedra sobre el mundo de los colores, y desde entonces todo empezó a salir mal.

Este primer dictador de los ciegos empezó por crear un círculo restringido de consejeros, mediante lo cual se adueñó de todas las limosnas. A partir de entonces nadie pudo oponérsele, y sentenció que la indumentaria de todos los ciegos era blanca. Ellos lo creyeron y hablaban mucho de sus hermosas ropas blancas, aunque ninguno de ellos las llevaba de tal color. De modo que el mundo se burlaba de ellos, por lo que se quejaron al dictador. Éste los recibió de muy mal talante, los trató de innovadores, de libertinos y de rebeldes que adoptaban las necias opiniones de las gentes que tenían vista. Eran rebeldes porque, caso inaudito, se atrevían a dudar de la infalibilidad de su jefe. Esta cuestión suscitó la aparición de dos partidos.

Para sosegar los ánimos, el sumo príncipe de los ciegos lanzó un nuevo edicto, que declaraba que la vestimenta de los ciegos era roja. Pero esto tampoco resultó cierto; ningún ciego llevaba prendas de color rojo. Las mofas arreciaron y la comunidad de los ciegos estaba cada vez más quejosa. El jefe montó en cólera, y los demás también. La batalla duró largo tiempo y no hubo paz hasta que los ciegos tomaron la decisión de suspender provisionalmente todo juicio acerca de los colores.

Un sordo que leyó este cuento admitió que el error de los ciegos había consistido en atreverse a opinar sobre colores. Por su parte, sin embargo, siguió firmemente convencido de que los sordos eran las únicas personas autorizadas a opinar en materia de música.

lunes, julio 23, 2007

La Ejecución, Hermann Hesse(1908)


En su peregrinación, el maestro y algunos de sus discípulos bajaron de la montaña al llano y se encaminaron hacia las murallas de la gran ciudad. Ante la puerta se había congregado una gran muchedumbre. Cuando se hallaron más cerca vieron un cadalso levantado y los verdugos ocupados en llevar a rastras hacia el tajo a un individuo ya muy debilitado por el calabozo y los tormentos. La plebe se agolpaba alrededor del espectáculo. Hacían mofa del reo y le escupían, movían bulla y esperaban con impaciencia la decapitación.

--¿Quién será y qué delitos habrá perpetrado -- se preguntaban unos a otros los discípulos -- para que la multitud desee su muerte con tanto afán? Aquí no se ve a nadie que manifieste compasión ni que llore.

--Supongo que será un hereje-- dijo el maestro con tristeza.

Siguieron acercándose, y cuando se vieron confundidos con el gentío los discípulos preguntaron a izquierda y derecha quién era y qué crímenes había cometido el que en aquellos momentos se arrodillaba frente al tajo.

--Es un hereje -- decía la gente muy indignada --. ¡Hola! ¡Ahora inclina su cabeza condenada! ¡Acabemos de una vez! En verdad ese perro quiso enseñarnos que la ciudad del Paraíso tiene sólo dos puertas, ¡cuando a todos nosotros nos consta perfectamente que las puertas son doce!

Asombrados, los discípulos se reunieron alrededor del maestro y le preguntaron:

--¿Cómo lo adivinaste, maestro?

Él sonrió y, mientras echaba de nuevo a andar, dijo en voz baja:

--No ha sido difícil. Si fuese un asesino, o un bandolero o cualquier otra especie de criminal, habríamos visto entre las gentes del pueblo pena y compasión. Muchos llorarían y algunos pondrían el grito en el cielo proclamando su inocencia. Al que tiene una creencia diferente, en cambio, se le puede sacrificar y echar su cadáver a los perros sin que el pueblo se inmute...