Cuando una “fractura” no pretende ser más que la muestra fehaciente de "un crimen pefecto"

Hay quienes consideran que el crimen no paga y no existe el crimen perfecto, porque siempre existe aunque sea un pequeño elemento que delate al autor del crimen. Esa es la premisa básica de la producción fílmica "Fracture" o "crimen perfecto", que se estrena nacionalmente el próximo viernes, estelarizada por dos excelentes generaciones de actores que nos deleitan con un interesante duelo histriónico: el inimitable Anthony Hopkins (Leyendas de Pasión, El silencio de los inocentes, Nunca te vi siempre te amé, Tierra de Sombras, Lo que queda del día, Sobreviviendo a Picasso, ¿Conoces a Joe Black? Instinto, Titus, la Prueba) y Ryan Gosling (El diario de una pasión, Half Nelson). Ambos actores antagonizan en un trepidante juego del gato y el ratón con implicaciones que trascienden el concepto de la verdad y la mentira, la lealtad profesional, el arribismo y los deseos de superación ,el ser y parecer, la fidelidad e infidelidad para darle sabor a una entretenida trama criminalística y de jurado como sólo históricamente ha sabido hacerlo el cine norteamericano a través de múltiples películas e incluso series de televisión como Alma Mater, Ally Mcbeal, La Práctica, Boston Legal.

Sin ser una película que trascienda la historia del cine, ni la mejor película de juicios (eso seria brutal, con antecedentes como el Juicio de Nuremberg, Al filo de la Sospecha, Me quieren Volver Loca, el Veredicto, Sospehoso, Peligrosamente Juntos, Al Fin y al Cabo es mi Vida, etcétera) constituye una interesante alternativa para pasar un buen rato y darnos cuenta de que, en teoría y dentro del cine americano, pareciera darse con mayor alcance, las premisas que sustentan el filme, mientras en nuestro país, a diferencia del viejo adagio, "el crimen si paga" y "la corrupción hace de las suyas", subiéndole el vestido y metiéndole mano a cada rato a la otrora honrosa y honorable hermosa dama ciega, que tanto nos inspiró en nuestros años mozos…