viernes, noviembre 30, 2007

La nueva Invasion de los usurpadores de cuerpos



Nicole Kidman y Daniel Craig, el nuevo agente 007 no traen de vuelta un remake de Los invasores de cuerpos, pelicula de horror/ficción de culto de 1956, revisionada en 1978 y ahora, cuyo mayor mérito es el de no parecerse en un todo a sus predecesoras, más allá de su premisa inicial. Una pelicula sin más pretensión que la de entretener, que descansa mayoritariamente en los méritos histriónicos y visuales de su estrella femenina,quien es capaz de emocionarnos e incluo transmitir frialdad e inercia de manera sorprendente.

No es una película que vaya a convertirse en un clásico o sea recordada por siempre pero cumple efectivamente con su misión de entretener durante su desarrollo, a pesar de los múltiples inconvenientes que tuvo durante su rodaje,al punto de tener qu incorporar escenas o redodar parte del guión luego de una primera prueba con una representación de público en general.

El director alemán Oliver Hirschbiegel responsable de las célebres El Hundimiento y El Experimento, nos trae esta nueva visón alienígena y apocalíptica, con una acertada dirección y un buen manejo de recursos técnicos, por parte de un director talentoso e inteligente que merecía elaborar con sus antecedntes un film de superior factura.

Director: Oliver Hirschbiegel
Estreno: 2007-10-26
Genero: Terror

Hasta el siglo XIX la cultura occidental atribuía a las emociones un papel negativo y peligroso a la hora de configurar la naturaleza del hombre adulto. Y digo hombre porque se atribuía sólo y exclusivamente al género masculino la noble empresa de llevar a la Humanidad a través de su capacidad racional hacia el Progreso y la perfección moral. Por su parte, la mujer era paradigma de debilidad moral y discapacidad intelectual; es por ello que se viera con naturalidad la exclusión del género femenino de la vida pública, y se le asignara -casi con benevolencia paternal-los roles de madre amorosa y esposa solícita, más ajustados a su naturaleza inestable, superficial y enfermiza.

Será ya bajo las cenizas de la Ilustración donde surgirá de la mano del movimiento romántico una añoranza de los orígenes de la Humanidad (la cultura griega) y con ello también una reafirmación de las pasiones humanas como sustrato necesario para la vida. No es la Razón la que hace mejores a los seres humanos, sino los sentimientos naturales y nobles que nacen de su interior. Es más, la exaltación de la Razón, tan característica del llamado mundo moderno, tan sólo ha logrado envilecer y alejar a los seres humanos de su naturaleza, alterando su capacidad para obrar con sabiduría y bondad.

Oliver Hirschbiegel nunca ha estado a lo largo de su corta filmografía tan alejado de esta tesis romántica acerca de las causas de la violencia humana. De hecho, las excelentes El experimento y El hundimiento son ejemplos perfectos del interés de este alemán de Hamburgo por hacernos reflexionar acerca de los resortes que mueven a los seres humanos a ser atrapados por la inercia subyugante del poder. En El experimento será una mujer (Maren Eggert) quien sirva de contrapunto al universo perverso recreado en esa cárcel experimental movida bajo el binomio carcelero-preso (o si se quiere el hegeliano amo-esclavo), y la única encargada de devolver al personaje interpretado por el siempre estupendo Moritz Bleibtreu (Las partículas elementales) a la realidad. Igualmente en El hundimiento es una mujer quien relata –y sirve así de conciencia- los hechos que ella misma vivió en el bunker del Führer, horas antes de acabar con su vida.

En The invasion(Invasores) la psiquiatra Carol (su profesión la hace conocedora de las emociones humanas) interpretada con no poco histrionismo por Nicole Kidman será la encargada de luchar por mantener a su hijo despierto contra el sueño masculino de la Razón. No en vano la relación del personaje con su ex marido debía ser igual de plana antes de ser éste infectado contra las emociones, subrayando así al rechazo del modelo patriarcal que representan los infectados. Por eso Carol sólo aceptará al doctor Ben (Daniel Craig), por el que siente algo que reprime aunque desee, cuando reconozca en éste las emociones básicas de cariño y respeto que añora después de su fracaso matrimonial.

Los roles sexuales que la cultura occidental delimitara antaño con férreo determinismo reaparecen en The invasión de forma peregrina y superficial, no alcanzando la intensidad y profundidad que nos aporta El experimento. Ben es médico, científico, racional, protector de Carol; Carol, psiquiatra, experta en leer emociones, madre loba que proteje a su retoño. Incluso el final deviene en un juego posmoderno con ese guiño cinéfilo de la frase final que pronuncia el doctor Ben al leer la prensa. Y, por supuesto, la ciencia norteamericana alivia al compungido espectador ante la aciaga sospecha de que el virus acabe convirtiendo a los seres humanos en una especia mejorada de dispensador de tabaco. Cómo no, el happy end acaba por cercenar la capacidad poliédrica que sí poseía la propuesta de Siegel de generar lecturas infinitas. The invasión es ligera, sólo dispara con balas de fogueo, sin desosegarnos.(Fuente: página española de crítica fílmica).

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