miércoles, agosto 29, 2007

A diez años de su partida física,todos recordamos a la más famosa princesa de la vida real






La princesa de Gales, más conocida con el nombre de lady Di, nació en Park House, Sandringham (Norfolk), el 1 de julio de 1961 y falleció en el hospital La Petié Salpetrière de París la noche del 30 al 31 de agosto de 1997. Alcanzó popularidad mundial por su matrimonio con Carlos, heredero de la corona británica, su posterior divorcio y, aún más, por su prematura muerte.

Hija menor de John Spencer, octavo conde de Althorp, y de Frances Ruth Roche, Diana Spencer creció en una familia de la pequeña nobleza junto a sus dos hermanas, Sarah y Jane, y su hermano menor, Carlos. Pasó los primeros años de su vida en la residencia familiar de Sandringham, donde recibió su primera educación, de manos de institutrices. En 1968, tras el divorcio del matrimonio Spencer, Diana quedó bajo custodia paterna, y aquel mismo año ingresó en la escuela de King´s Lynn. En 1970 se trasladó al internado femenino de Riddlesworth Hall y en 1973 ingresó en West Heath, otro internado en el condado de Kent. Entre 1977 y 1978 estudió en Suiza y finalmente se estableció en Londres, donde trabajó para varias empresas hasta que en noviembre de 1977 conoció a Carlos, heredero del trono británico, con quien entabló noviazgo dos años después.

El 24 de febrero de 1981 el portavoz del Palacio de Buckingham anunció el compromiso oficial de lady Diana Spencer y el príncipe de Gales y, en adelante, Diana trasladó su domicilio a Clarence House, residencia de la reina madre. La boda de la pareja, que se celebró el 29 de julio de 1981 en la catedral londinense de Sant Paul y fue oficiada por el arzobispo de Canterbury, se convirtió en un acontecimiento social de repercusión internacional retransmitido por televisión a más de setecientos millones de espectadores. Convocó en Londres a más de un millón de personas y no faltaron a la ceremonia los principales miembros de la aristocracia europea y más de ciento setenta jefes de Estado.

21 de junio de 1982 lady Diana dio a luz a su primogénito, el príncipe Guillermo, en el hospital Saint Mary de Paddington. Aquel mismo año, la princesa realizó su primer viaje oficial en solitario, para asistir al funeral de Grace Kelly, princesa de Mónaco. En abril del año siguiente, Diana acompañó a Carlos a Australia y Nueva Zelanda, en el primer viaje oficial de la pareja. El segundo hijo de los príncipes de Gales, Enrique, nació el 15 de septiembre de 1984.

Aunque Diana trató de llevar una vida familiar dedicada al cuidado de sus hijos, en su agenda se imponía la limitación de los más de quinientos compromisos oficiales que el matrimonio estaba obligado a atender anualmente. Hasta 1985, la pareja no mostró desavenencias en público pero a partir de 1986 la prensa sensacionalista británica comenzó a publicar rumores de crisis matrimonial. A pesar de que la familia trataba de ofrecer una imagen de unidad, lo cierto es que cada vez se hacían más frecuentes los viajes de Diana en solitario y en mayo de 1992, después de regresar de la India y Egipto, saltaron a la opinión pública los primeros rumores de separación. La publicación de un libro de Andrew Morton sobre Diana, en el que el autor se reafirmaba en la tesis del fracaso matrimonial y la confirmación de que Carlos mantenía una relación con su vieja amiga, Camila Parker Bowles, convirtieron en noticia las especulaciones de los últimos meses. A principios de diciembre los príncipes de Gales se separaron, se anunció una relación sentimental de Diana con James Gilbey y se desató una auténtica guerra de acusaciones mutuas entre los defensores de la princesa y la casa real británica. Algunas fuentes revelaron entonces que tanto Carlos como Diana de Gales reclutaron periódicos nacionales para publicar sus propias versiones sobre el detonante de la ruptura. El matrimonio se rompió de forma definitiva en marzo de 1994 y el 29 de febrero de 1996 Diana aceptó divorciarse de Carlos.

En los años siguientes, Diana prestó su imagen pública a diferentes organismos humanitarios y apareció en multitud de actos en favor de los sectores más marginados de la sociedad. Entretanto, la prensa sensacionalista continuó explotando todas las facetas imaginables del personaje de lady Di. La propia Diana llegó a reconocer su adulterio y la lista, real o inventada, de los amantes de la princesa fue creciendo: a Gilbey se unieron los nombres de Barry Mannakke, Philip Dunne, Oliver Hoare y James Hewitt. El último hombre con quien se relacionó a Diana Spencer fue el millonario de origen egipcio Dodi Al Fayed. Ambos perdieron la vida en un espectacular accidente de automóvil, cuando trataban de evitar a los paparazzi y circulaban a gran velocidad por el interior del túnel del Alma en París. Lady Di fue enterrada en su localidad natal.

La muerte de Diana Spencer exaltó el fenómeno social de la "dianamanía" y la casa real británica, que al principio mostró no pocas reticencias, accedió al reclamo popular y celebró en su honor un soberbio funeral en Westminster, que fue retransmitido en directo por televisión y al que asistieron cerca de dos millones de personas.

La vida de Diana Spencer, tanto durante su matrimonio como después de su separación, fue objeto continuo de la atención de millones de seguidores y tema recurrente de la llamada "prensa rosa". Todas sus apariciones en público recibieron un tratamiento especial por parte de los medios de comunicación e incluso su peinado y su modo de vestir fueron imitados hasta la saciedad. Según la revista Majesty, Diana generó cerca de quince millones de libras en publicidad a los fabricantes de los artículos que utilizaba. Su popularidad superó en mucho a la de su marido, fue siempre considerada una madre ejemplar y tras su muerte hubo propuestas de canonización que, finalmente, fueron desestimadas.

El mundoi entero y particularmente los británicos, recuerdan a su princesa predilecta, la mujer que hizo tambalear los sólidos cimientos de la Monarquía británica.

En la madrugada 31 de agosto de 1997, un túnel situado junto al parisino puente de Alma se convertía en el marco macabro de una tragedia que sumiría al Reino Unido en un lamento colectivo e incontrolado.


El Mercedes en el que viajaba a toda velocidad Lady Di, la ex esposa de Carlos de Inglaterra, junto al último de sus amantes, Dodi Al-Fayed, colisionaba contra una columna en un accidente mortal al huir del asedio de los "paparazzis".


En la colisión, de la que sólo se salvó el guardaespaldas, perdieron la vida, además de la princesa, el chófer francés Henri Paul, y el hijo de Mohaymed Al Fayed.


El accidente no sólo dejó huérfanos a los príncipes Guillermo y Enrique y dolidos a los millones de británicos que se quedaron sin su princesa e inundaron la entrada del palacio de Kensington con toneladas flores, peluches y postales con mensajes de cariño para Diana y frases envenenadas hacia la familia real.

Si el británico medio, comedido en sus emociones por naturaleza, derramó lágrimas tras lo sucedido, esas abiertas muestras de congoja contrastaron poderosamente con la actitud impasible de la familia real, que ni siquiera se tomó la molestia de suspender sus vacaciones estivales en el palacio de Balmoral, en Escocia.

Isabel II y su esposo, el príncipe Felipe, se encerraron en un mutismo frío e indiferente y se negaron a hacer ondear la bandera a media asta.

Pero desde las portadas de los diarios británicos se exigía a la Monarquía que mostrara respeto hacia Diana. Pero no sólo eso. Los sondeos de opinión reflejaban la decepción ciudadana hacia Isabel II, con porcentajes alarmantes de británicos que pedían la abolición de esa institución.

Fue un año nefasto para la realeza. La soberana, tras varios escándalos familiares, con el divorcio de tres de sus hijos (los príncipes Carlos, Andrés y Ana) se encontró de la noche a la mañana en la cuerda floja, al afrontar uno de los momentos más delicados desde la abdicación, en 1936, del rey Eduardo VIII.

En esta crisis sin precedentes fue crucial el papel que adoptó el primer ministro: un recién llegado Tony Blair, dispuesto a modernizar el país y, a la vez, a evitar el descrédito de la institución monárquica.

El jefe del Ejecutivo no dudó en terminar sus vacaciones para regresar "ipso facto" a Londres, donde dio uno de los discursos más recordados en honor de Diana, en el que le rindió tributo y la bautizó como "princesa del pueblo" , nombre que aún perdura.

Aunque con reticencias, Isabel II supo enmendar a tiempo una situación que empeoraba por momentos. Así, con un visible cambio de actitud, la Soberana realizó una intervención en directo para todos los canales de televisión en la que admitió que había "lecciones que aprender" de la malograda lady Di.

Hoy, diez años después de la muerte de lady Di, se aprecian diferencias visibles en la imagen pública de la familia real: Camila, la rival y luego sucesora de Diana junto al heredero del trono, tan odiada por los británicos en vida de la princesa, ha sido en parte aceptada por los ciudadanos y no se descarta la posibilidad de que un día llegue a ser reina consorte.

Aun muerta, Diana no tiene precio como producto de mercadotecnia.

Hoy en día, los "souvenirs" con su imagen siguen siendo los que mejor se venden y las revistas del corazón continúan la saga al seguir los amores y desamores de sus hijos, Guillermo y Enrique, que contribuyen a darle un tono más fresco a la institución.

Los conciertos de rock organizado para celebrar, en el 2002, el cumpleaños de Isabel II en el Palacio de Buckingham y el organizado este año en honor a Diana, que batió récords de audiencia en las televisiones, fueron dos pruebas más de la modernización y humanización a la que Diana obligó a la familia real.

Sin embargo, pese a que dos investigaciones oficiales han concluido que su muerte fue un trágico accidente, algún diario continúa especulando incansable con la posibilidad de que se tratara de un asesinato. Quizá otro truco mediático para mantener viva la memoria de lady Di.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bello homenaje a quien en vida fue un ser que irradiaba mucha luz. Hace cierto tiempo tuve oportunidad de ver un documental sobre las distintas facetas de esta hermosa mujer, y la que más me sorprendió fue el que tuvo que ver con su vida pública y ayuda humanitaria que solía ofrecer a las personas con padecimientos como el sida y otras afecciones, donde ella, se acercaba a ofrecerles su hermosa sonrisa y abrazaba a los niños, estando éstos en condiciones lamentables de salud. Siempre será recordada como la Princesa del pueblo.Paz a sus restos...Un saludo, MIGUELINA

FEVC dijo...

Amén. Honor a quien honor merece, más allá de sus posturas personales
y decisiones de vida.
Besos agradecidos.