miércoles, agosto 02, 2006






La triste historia del (la) hermano (a) mayor
(y de los que sin serlo, a pesar de ello se les asimila como tal)


Queridos amigos, luego de una reflexión efectuada con unas amigas en alentadora plática, llego a la conclusión de que debo expresarles respecto al "síndrome del hermano mayor" y servir de medio eficaz de denuncia por parte de quienes históricamente han cargado con tan triste karma, unos siéndolo directamente y otros porque sin llegar a serlo cronológica o biológicamente, no obstante a ello han sido signados por sus progenitores o de quienes han hecho sus veces, con la estigmatización de ser asimilados con las obligaciones y el trato de los primeros en llegar...sin serlo.
Sí, los (as) primogénitos (as), quienes más allá de estar ungidos con la buenaventura de ser los o las primeros (as), de haber iniciado el camino de la descendencia, suerte de gracia, de prerrogativa biológica y hasta bendición divina inicial, que más temprano que tarde, se convierte en mueca, morisqueta y la mayoria de las veces en una especie de karma o castigo, porque a decir verdad, lejos de obtener las consideraciones, atenciones y situaciones afectivas que inicialmente corresponden, a la hora de "la llegada del (o los) otro (s)"... se acaba la dicha, tranquilidad y bienestar.
Comienzan las comparaciones, que si fulanito debe comportarse como su hermano mayor, que si éste debe cuidar, proteger y en franco cumplimiento de este deber, dejar de ser quien es para resguardar, proteger y favorecer a sus hermanos; situación engendra que al exacerbarse y traspasar las fronteras de lo natural y correctamente aceptado, obviamente genera varias consecuencias funestas: desde la perspectiva del "ejemplo a seguir", aquéllos que en consecuencia, gracias a esta estereotipia, no del delincuente, sino del hermano mayor, que no puede echarse ni siquiera un pedo, porque desvirtúa el ideal de decencia, decoro y buen ejemplo, hasta aquellas otras, del otro lado del charco, es decir, desde el ámbito del advenediso hermano que le sigue (no hablemos del síndrome del benjamín, bordón o último vestigio de descendencia en dicha línea, porque ese es otro tema, antítesis del supuesto que nos ocupa): la profunda y permanente arrechera, a veces incluso nunca superada y generadora de división, distanciamiento y hasta resentimientos, producto de la comparación, que seamos honestos, a todos molesta e incomoda.
Los "hermanos mayores" (o quienes sin serlo deben actuar en tal sentido por exigencia autoritaria de sus padres o factoresdeterminantes de crianza) siempre deben obedecer a la estereotipia del hermano mayor: decentes, honestos, intachables, buenos estudiantes, excentos de críticas, salvo para proferirles adjetivos y superlativos que tiendan a sobreestimarlos, siempre van "por el buen camino", nunca se equivocan (de manera que ante cualquier inseguridad,temor, deficiencia, miedo, pues ni modo, te la tragas o si no puedes con ella te suicidas, porque aunque no te lo creas, tú eres perfecto y por ende nunca tienes problemas).
Ellos deben, no, tienen que ser perfectos. Y lo peor del caso, es que ello no es ni siquiera en aras de su superación personal, sino la del resto de sus hermanos y por supuesto, la honra de sus padres. Si van a algún sitio siempre deben comportarse del modo correcto,sin excesos ni desmedidas actitudes.
Esta situación genera un verdadero pandemonio e infierno personal en nuestras vidas y conflictúa nuestro fraternal mundo de relación, independientemente del rol en el que estemos.
Por otra parte, los hermanos menores, en franca rebeldía y luchando por su derecho a ser ellos mismos (que pareciera estar negado autocráticamente a ser ejercido por los hermanos mayores) hacen lo que se les viene en gana, mientras nuestros padres se halan destempladamente los cabellos y vociferan el por qué de dicho comportamiento, preguntándose de quién lo habrán aprendido, si sutano o mengana nunca les ha dado qué hacer y constituye el ejemplo.
Mientras tanto, A y B, que deberían en franca solidaridad fraternal, compartir, apoyarse y amarse, se detestan, desencuentran y adversan, uno porque quiere ser libre pensador y actuar cómo realmente es y el otro porque no quiere seguir la senda o camino de alguien que no sea si mismo.
En definitiva, ninguno o nadie quiere ser comparado con nadie más, que lo que sienten y desean ser, independientemente de las consecuencias. El hermano mayor nunca pide que lo etiqueten, no le dejen ser y el menor tampoco desea que su comportamiento se adecúe forzosamente al de su herrmano mayor, simplemente quieren "ser", interactuar, compaginarse, compartir,y hasta por qué no, equivocarse y retroalimentarse unos de otros, al fin y al cabo, de eso se trata vivir, de caer y levantarse una y varias veces, mientras se crece, mientras se vive .
Este dilema, si se quiere visto en una perspectiva dialéctica y hasta melodramática, constituye un nudo argumental recurrente con más regularidad y constancia de la que todos podríamos pensar, en la telenovela diaria de nuestras vidas cotidianas, no la que escriben Padrón, Delia Fiallo, Kiko Olivieri o Mónica Montañes, sino la que por suerte o desventura escribimos, a fuerza de labrarnos nuestro propio destino, y en la que después de mucha lucha, algunos momentos de comprensión y no pocas circunstancias extremas, algunos personajes logran ver la luz, superar los obstáculos, vencer las trabas, romper barreras, comunicarse y por encima de tantos atribulados prejuicios... crecer; mientras que otros, por el contrario, se enredan en una maraña de absurdos y rocambolescos resentimientos, estúpidos rencores e ineludibles prejuicios, sin lograr encontrar la salida ... pero qué le vamos a hacer.
De todos modos, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia!

3 comentarios:

Bichita23 dijo...

Que te puedo decir, yo lo vivo, y sabes mejor que nadie el precio que he tenido que pagar por ser la hermana mayor, No obstante tú caso es igual pero diferente, ustedes son muchos y como a tí igual que a mi se nos dio por ser ejemplares, sabiendo que somos lo menos parecido al mundo convencional , que tal si hubieras sido psicologo como querias y no abogado encontra de todo pronostico, ya antes te lo dije en mi blog tratar de complacer a todos es trágico .

FEVC dijo...

Tienes toda la razón bichita, de ahí el por qué de esa columna, en realidad,como señalas de manera certera, son muchas las coincidencias entre nosotros y el vernos reflejado en el otro, a veces nos da la fuerza necesaria para seguir adelante, ambos conocemos perfectamente la situación, sin embargo te aseguro que somos solo una ínfima parte de la multiplicidad de situaciones que se presentan,te sorprenderías incluso con el segundo supuesto, el de los que sin ser los mayores les atribuyen ese karma, cuídate,besos,saludos y gracias por tenerme siempre presente.

Anónimo dijo...

¿Pese a que al inicio le restas importancia al síndrome del benjamín o bordón por considerarlo un tema distinto al que ocupa principalmente tu post, te das cuenta que tienen mucho que ver el uno con el otro? No creas que nos la pasamos tan bien. Es que todo se relaciona y se conjuga de una manera que te hace dar cuenta a la final que no podemos complacer a todo el mundo. En mi caso, paricular, por cierto, por ser la menor del clan de 9 hermanos, pocas veces podía tener lo que se llama un estreno. Me tocaba usar lo que mi hermana mayor ya no le quedaba, y no importaba si me gustaba o no el color, era la "herencia" y como tal había que aprovechar. No me apena para nada contar esto acá, vengo de un hogar humilde por contar con pocos recursos, pero algo que jamás faltó fue el amor de nuestros padres que nos ayudaron a ser las personas que hoy somos. Quien entiende este mundo, al mayor le achacamos que debe ser el modelo y el ejemplo de los mayores, y al menor normalmente dicen que son unos consentidos, malcriados, lo cual a mi entender, para nada cierto o más alejado de la realidad, nunca me consideré la más consentida ni la más mimada, papá y mamá a su manera, se encargaron de darnos la justa dosis de amor para no enfrentarnos por ello. Es un placer compartir estas cosas ¿verdad? Una abrazo. MIGUELINA 07/05/07