viernes, enero 19, 2007

Palabras que hieren


¿Cuántas veces, producto de un mal día, excesiva tensión, estrés, alguna rabieta u obstinación, hemos proferido palabras, que al salir de nuestros labios, agreden, hieren, vulneran, maltratan, la integridad de un ser querido, causando un daño, a veces irreparable, de proporciones mayores a la generadas por el maltrato físico, por la violencia manifiesta?
Y es que no hay nada como la fuerza de la palabra. Para bien y para Mal.
Una palabra, expresada a tiempo, con sutileza, consideración y cariño, puede generar un universo infinito de posibilidades maravillosas.
Una frase amable, es capaz de abrir cualquier puerta.
Un buen consejo, expresado con tino, puede generar cambios importantes de parte de nuestros seres más queridos.
Obviamente, una palabra, producto de una manifestación de enojo,puede llegar a constituir una mortífera agresión, capaz de devastar en segundos, lo que ha tardadado mucho tiempo en construirse. Es más doloroso incluso que golpes, empujones, maltratos físicos, cuyas heridas tardan demasiado en sanar....e incluso algunas no lo hacen.
La verdad absoluta no existe y nadie es dueño de la universalidad de la razón.
Amén de la imperfectibilidad del ser, lo cual conlleva a mantener niveles de tolerancia pacifica que nos permitan, a cada uno de nosotros,ser y estar sin desequilibrar el natural y efectivo derecho del otro a mantener su extraordinaria individualidad, con respetio y buena voluntad. Nuestra mundana existencia coquetea entre el bien y el mal, como ambas caras de una moneda que usamos indistintamente en este libre tránsito por el sinuoso pero adorable camino de losas amarillas.
Vivir y Dejar Vivir. Hacer el Amor y no la Guerra. Respetar al otro en el entendido expreso de que mis derechos terminan, donde comienzan los del otro . Entonces, ¿por qué empecinarnos, a veces, en trastocarlo todo, en herir, a quien presuntamente forma parte importante de nuestros afectos, en pisotear las margaritas que hemos sembrado, abonado y regado en nuestro propio jardín, contemplando orgullosos el producto de nuestro amoroso esfuerzo?
Transgredir al otro, trasladando incluso, nuestras culpas, errores y equivocaciones, además de resultar un acto vergonzosamente fácil,constituye un acto de cobardía.
Admitir que, ¡ porque te quiero, te jodo!, te hago daño, resulta una bajeza, carente de sentido. Es retroalimentar constantemente, un estanque de agua clara y cristalina, con agua contaminada y turbia, que termina por destruir cualquier indicio de vida útil, donde antes existía un bioequilibrio diverso.
Es contaminar nuestra conciencia ciudadana y perder,en cada desmnedido gesto, una porción de vida útil y sana en función de nuestro deber y derecho de ser felices...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Borremos del mapa las palabras que maten. Se necesita conciencia plena de cuanto decimos y hacemos y medir las consecuencias que ello pudiera tener, sin embargo, por el mismo hecho de no ser dueños de una verdad absoluta, es probable el error y decir palabras que sin intención de herir lo hagan. Hacerlo concientemente constituiría una bajeza como tú lo calificas. Abogo porque siempre haya una palabra constructiva, de aliento, sinceridad, apoyo, solidaridad entre nosotros porque esa es la que cuenta entre amigos de verdad. Dios te bendiga mi querido amigo y cuídate mucho ok. TQM. MIGUELINA

Gavriel dijo...

Querido amigo:
Es muy cierto y muy triste que se usen esas palabras y yo trato de controlarme siempre cuando me provocan, pero a veces se te escapan. No creo que para matar, pero a veces puedo herir. El poder de la palabra es incalculable para todo.
Yo trato de estar siempre del lado de las palabras que dan vida, estas son, las que tienen que ver con el amor y la amistad.
Un "te quiero" no es simplemente un saludo. Es enviar sentimiento de amor por la persona a la que va destinada.
Y cuando a mi me dicen eso, me reviven y llegan hasta lo más profundo de mi alma.
Por eso amigo, permíteme:
TE QUIERO MUCHO!
Beso y abrazo fuerte.
Soy afortunado al tenerte como amigo.

Daniela dijo...
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