Sonrisas y Lágrimas

Espero no me tilden de "melodrámático"
(pese a ser esa la herencia latinoamericana por excelencia de nuestra estirpe) dado el espíritu de mis últimos escritos. Porque esta vez no me voy a referir a ese melodramón dulzón, hermoso y refrescante bajo el cual fue dado a conocer "The sound of Music" o "La Novicia Rebelde", para describir, entre canción y canción, los avatares, peligros, romance y aventuras de la familia Von Trapp. No, me refiero a las sonrisas y lárimas de mis grandes amigos. Quienes sonríen con cada ocurrencia, cada momento grato que permite aflorarles la alegría, iluminarles el rostro y gratificar con ello su particular existencia.

No hay nada más grato (amén de las sonrisas de ancianos y niños) que la felicidad manifiesta en el rostro de nuestros amigos. La carcajada espontánea que provocan sus ocurrencias.

Tampoco hay nada más entristecedor que las lágrimas de nuestros seres queridos. Sobre todo, las expresiones de dolor producto de la impotencia, de la paralización inminente que ocasiona una injusticia, un malintencionado comentario, una irónica y desmedida muestra del egoísmo de alguien o su desmedido abuso de poder, que detenta como superior jerárquico, cuando aisláandose de la cadena de mando, utiliza su poderío en desmedro del subordinado inocente, frágil, desnudo ante su avasallante descontrol. Porque a fin de cuentas, llorar lo hacemos todos. A veces de tristeza, por la pérdida de un ser querido, de nostalgía, al recordar los viejos tiempos y grandes recuerdos, hasta incluso de alegría.

Pero esta vez no se trata de estas circunstancias, sino consecuencia del maltrato de quien se cree absoluto dueño (a) del control frente a cualquier situación de nuestra particular existencia, que consciente y maliciosamente hace uso desmedido de ese poder para perturbar nuestra tranquilidad y trastocar nuestra paz interna (y externa en algunas ocasiones).

Esas cosas molestan, hieren, desencajan a cualquiera. De eso se abunda en demasía en estos tiempos de desaliento, en los que la decepción e impotencia se agravan ante la imposibbilidad manifiesta de conseguir un empleo digno, donde no se vulnere la integridad personal de los trabajadores o empleados.

Ante esa brutal y abominable situación, no puedo más que solidarizarme y alzar mi voz en señal de apoyo para con esos seres que a diario, en silencio amargo aguantan ante el desmedido e injusto ataque de quienes, se sitúan en la cresta de la ola, confiados en que la marea no ha cambiar y seguirán por siempre aferrados a sus asquerosas muestras de poder!.

Qué ingenuos e incautos son, en su desmedida ambición!, ojalá y el tiempo, certero e inclemente en su acechanza, se encarga de ajusticiarles,más temprano que tarde, y hacerles morder el polvo de nuevo, para demostrarles que no hay mal que dure cien años... ni cuerpo que lo resista!