viernes, julio 14, 2006










Para el niño que somos,
el que fuimos,
el que todos llevamos dentro


Cuando era niño,
me gustaba corretear
con todos mis sueños,
por la arena de la mar.

Inventaba historias
de una estrella que se hundió
dentro de las olas
de mis cuentos de ilusión

Cuando era niño,
preguntaba por qué yo,
era marroncito
y quemado por el sol
Y fué que una tarde, en la cima me monté
y llegó la noche y durmió sobre mi piel

Cuando era Niño,
mis mañanas las guardé
dentro de un bolsillo,
junto a un barco de papel

Cuando era niño,
con mi corazón volé
en una cometa
que en mi almohada dibujé

Esa hermosa canción, compuesta por nuestro talentoso Rafael "Pollo" Sifontes, e interpretada por la fabulosa Delia, que en los 80, gracias a su inolvidable interpretación obtuviera el segundo lugar para Venezuela del Festival de la Canción OTI, viene a colocación, ante la inminente celebración del Dia del Niño, el venidero domingo 16 de julio, y además nos enternece y recuerda la magia que se anida en cada uno de nosotros.

El encanto y la inocencia de la niñez, esa época dorada de nuestras vidas que pasa demasiado pronto para poder disfrutarla conscientemente.

Y es que, con ocasión al ser niños, no hay problemas con quienes abierta y cronológicamente lo son.

Hermosas e inocentes criaturas que desde su óptica particular, transitan por la vida anhelando y recibiendo caricias, afecto, comprensión y mimos. Queriendo crecer, formulando inquietantes preguntas sobre el apasionante mundo desconocido de los adultos.

Todos hemos sido niños. Algunos lo fuimos y dejamos de serlo, sin ni siquiera habernos dado cuenta de que lo fuimos.

Otros lo fuimos y seguimos siéndolo, con nuestras actitudes y modos de afrontar la vida (c
onozco una persona especialisima que inteligente, profesional y grandioso, aún sigue siendo un extraordinario, brillante y zulianísimo niño, a quien quisiera dedicar estas líneas).

Unos, los más conservadores, tratamos de mantener oculto ese niño y le encerramos en nuestro closet interno, para guardar las apariencias y seguir pareciendo adultos.

Quienes hoy transitamos por la adultez, vivimos enfrascados en nuestra rutina, en la neurosis colectiva, habiendo satisfecho ese afán de crecer, esa ansiedad de "ser grandes" para tomar nuestras propias decisiones, ser como nuestros padres, nuestros hermanos mayores o aquél amigo o vecino mayor, que admirábamos o simplemente constituía nuestro patrón de vida (independientemente de su efectividad) y en ese desmedido afán de ser grandes y jugar a crecer, perdemos inocencia y candor.

No hay nada más hermoso que ser niño, querer y reir, tener la convicción de que la vida está llena de maravillosas sorpresas, que a pesar de los contratiempos, en las noches de tormenta y ante nuestras más temibles miedos y pesadillas, siempre estará alguien querido para acobijarnos y protegernos.

Que el buen Dios o ese ser supremo en quien casi todos creemos, bendiga y proteja siempre a la infancia, nos proporcione la fuerza y coraje necesario para mantener vigente a ese niño que habita en cada uno de nosotros...

¡Feliz Día del Niño... para todos!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hello, mis afectos y cariños al niño Maracucho, un abrazo y besos para ti, felicidades para ambos... Tu siempre tan especial y apersonado...Queria ratificarte por esta vía que si existimos personas que leemos tus publicaciones... que cada una supera la anterior, confieso que me da panico reconocer a los artistas del pasado... Que terror estamos dejando el niño atras para alcanzar al adulto...

FEVC dijo...

Gracias Moni, de verdad tu comentario llega en el mejor momento!.
Esa es la idea, interactuar,compartir, vivificar vuestra presencia.
A veces, no basta con saber que "ustedes existen", por llevarlos consigo, es necesario obtener señales externas,muestras palpables de que no son sólo afecto o producto de una vívida imaginación, sino la manifestación corpóreamente cierta del amor.
Besos

Anónimo dijo...

Amigo que buen artículo!!! a decir verdad me pude identificar tanto con el, porque yo aún sigo siendo una niña (cosa que mi esposo adora), porque a pesar de mi edad, sigo siendo Inocente, Soñadora, Juguetona... en fín cualidades que los niños poseen y con el pasar del tiempo van perdiendo, ese espíritu tan sano y saludable... Nunca hay que dejar de ser niños... porque cuando posees esa cualidad en tu ser, podrás (aunque sea un poquito) soñar, soñar y alcanzar... Besos N@TY

FEVC dijo...

Caramba amigos, mil gracias por tan emotivos comentarios. Lo mejor de todo es "descubrir" vuestras sorpresas en el mejor momento, éste de reposición de fuerzas. De verdad que me conmueve el hecho de haberles llegado con esta columna y me comprometen dia a dia a seguirles relatando momentos,pareceres,anécdotas,en fin, compartiendo con Ustedes la magia de los encuentros y desencuentros propios del diario acontecer.

Anónimo dijo...

MI querido amigo, me pasó algo curioso en recientes días, en el parque del Conjunto donde vivo, tengo dos amiguitas nuevas, se llaman Andrea de 5 años, y Diana de 2 años. Preciosas y dulces se encontraban jugando recogiendo piedras y metiéndolas en un vaso desechable, luego las sacaban todas y las volvían a meter, aquello me produjo tanta ternura, que no pude evitar acercármeles para luego preguntarles sus nombres y comenzar una charla, tal como si se tratara de un encuentro con otra niña más. Es que era yo otra niña más, me di cuenta que había tanta simplicidad en ser niños, que jugar con aquellos implementos me resultó fabuloso. Me hizo recordar que conozco padres que se desviven por comprarle los juguetes más caros del mundo a sus hijos, y en pocos momentos ya ni lo ven ni disfrutan jugar con ellos, tengo un sobrino al que su mamá le compra cuanto juguete nuevo sale al mercado sin importar lo que cueste, sin embargo, este pasaba horas jugando sacando las ollas de la cocina y hacer ruido con las tapas. Ella solía decir: "Si fueras un niño pobre, tal vez ni tendrías tapas ni ollas con qué jugar y deseara tener los juguetes que yo le compro, pero no, lo tienes todo y no prefiere jugar con ello" curioso no? Le pido al buen Dios que esa magia de tener alma de niños no se nos apague nunca, y podamos recordar lo bello de la inocencia, la sencillez y la pureza de esa edad tan hermosa, donde creemos en todo... Tal como lo enseña esa hermosa película del Expreso Polar, la recuerdas? Un abrazo enorme cargado de cariño. MIGUELINA. 28/04/07