Escribe, que algo queda



Escribe, que algo queda,
deja aflorar tus ideas,
vístelas de magia,
imprégnalas de ti.

Llénate de esa particularidad especial,
de ese momento feliz,
que quizas dure poco
o tal vez para siempre.

Extiende tus brazos
y alza tu mirada
más allá del remoto horizonte
donde comienza
la búsqueda interminable,
aquella que una vez iniciada,
parece no hallar su final.

Alberga un millón de sueños
y dótalos de fe
allá , donde la imaginacion desbordada
no tiene fin,
límite o sentido.

Siente la cálida brisa del verano
o el suave resoplar del viento triste,
estremécete, canta, ríe, llora,
pero no lo digas ni expreses
a través de las palabras, sino más bien,
mediante el turbio, grácil
gentil y zigzageante camino
de su vida secreta.

Descubre mil tesoros,
vive cien aventuras,
con palabras escritas y descritas
con hábil destreza y agudeza abierta
vuélvete sensual susurro
no al oido presto
del interlocutor casual,
sino al sentir hermoso
de un ávido lector.

Ese inteligente y brillante ser
que ante tan particular narración,
abrirá sus ojos, expandirá su mente,
buscando vivir contigo,
a través de un millón de sueños perdidos
y esperanzas encontradas,
cálidos atardeceres y fríos amaneceres,
buscando mil amores...
sintiendo lo que eres.


Y para despedirme, esta canción del recuerdo, que más que una canción, es un himno...