martes, marzo 20, 2007

Cuando la incomunicación es la regla, gracias al poder de la palabra





¡Oh palabras, cuántos crímenes se cometen en vuestro nombre!

...El Jefe de Registro Civil, no sabe lo que es un Concubinato... La Consultora Jurídica, que por cierto, coincidencialmente también está a punto de quedarse calva, tampoco lo sabe, ni eso y casi ningún concepto disímil de su gloriosa época en la CSJ, entonces utiliza a todo su equipo, al Jefe de División de Consultoría, que sabe mucho de algunas cosas, pero no tiene derecho a saberlo ni a firmar documento alguno,...porque ¿qué va a pensar el Director General (que tampoco sabe nada de nada) del trabajo de la Consultora?,claro, también se vale de la joven Asistente Legal, experta en ciertas áreas producto de su trajinar en la materia,como en la hábil Secretaria (a quien necesita, por sobre todas las cosas,para tener a quien echarle la culpa de cualquier traspiés) para complementar sus carencias, además; el Secretario de la Comisión de Licitaciones (que también es utilityu, chofer, Asistente Legal,novio de lqa madrina e invitador oficial de sexagenarias a la playa) no tiene inherencia de los detalles de cada procedimiento, pero a la hora de las chiquiticas, ah, ese es el responsable de la inercia e ignorancia de sus miembros; la asistente ADministrativa,hábil, inteligentye, futura abogado de la República, dispuesta siempre a colaborar en todo, que como utility es muy buena, pobrecita, pero no jamás debe mejorarse de cargo ni reconsiderarle el sueldo, ¿para qué, si se puede seguir explotando y además nadie le escucha?. Para colmo ésta, encima de que es bella, talentosa, buena compañera, madre y esposa, el esposo la subvalora y le hace creer que es la culpable de su incompetente actuar y proceder ...bueno, y de paso "El Jefe" tampoco sabe nada de nada, ni da los buenos días o responde las buenas tardes, pero es que si a ver vamos, el Canciller hasta hace poco era chofer de autobús y el Presidente Teniente Golpista y el gobierno de los Estados Unidos planea asesinarle, porque bueno, porque si, porque hay testigos de ello, aunque aún no se haya visto al primero,pero sí, que hay testigos ...

¿Vivimos la paradoja del absurdo o nos hemos valido de ésta para expresar la realidad?,¿es que acaso la ficción es solo eso o en contraposición la realidad la supera?

La cantante calva (fragmento)

" BOMBERO-El resfriado: Mi cuñado tenía, por el lado paterno, un primo carnal uno de cuyos tíos maternos tenía un suegro cuyo abuelo paterno se había casado en segundas nupcias con un joven indígena cuyo hermano había conocido, en uno de sus viajes, a una muchacha de la que se enamoró y con la cual tuvo un hijo que se casó con una farmacéutica intrépida que no era otra que la sobrina de un contramaestre desconocido de la marina británica y cuyo padre adoptivo tenía una tía que hablaba de corrido el español y que era, quizás, una de las nietas de un ingeniero, muerto joven, nieto a su vez de un propietario de viñedos de los que obtenían un vino mediocre, pero que tenía un primo segundo, casero y ayudante, cuyo hijo se había casado con una joven muy guapa, divorciada, cuyo primer marido era hijo de un patriota sincero que había sabido educar en el deseo de hacer fortuna a una de sus hijas, que pudo casarse con un cazador que había conocido a Rothschild y cuyo hermano, después de haber cambiado muchas veces de oficio, se casó y tuvo una hija, cuyo bisabuelo, mezquino, llevaba unas gafas que le había regalado un primo suyo, cuñado de un portugués, hijo natural de un molinero, no demasiado pobre, cuyo hermano de leche tomó por esposa a la hija de un ex médico rural, hermano de leche del hijo de un lechero, hijo natural a su vez de otro médico rural casado tres veces seguidas, cuya tercera mujer... SR. MARTIN-Conocí a esa tercera mujer, si no me engaño. Comía pollo en un avispero. EL BOMBERO-No era la misma. ("El Poder de la Palabrawww.epdlp.comBarcelona - Nueva York.)

...Comienzo de una charla del propio Eugene Ionesco, sobre La tragedia del Lenguaje, pronunciada en los Institutos Franceses de Italia, 1958...

En 1948, antes de escribir mi primera pieza: La cantante calva, no quería covertirme en un autor teatral. Ambicionaba simplemente aprender inglés. El aprendizaje del inglés no conduce necesariamente a la dramaturgia. Al contrario, me convertí en un autor teatral porque no logré aprender inglés. Tampoco escribí estas piezas para vengarme de mi fracaso, aunque se haya dicho que La cantante calva era una sátira de la burguesía inglesa. Si hubiera querido y no hubiera logrado aprender italiano, ruso o turco, se hubiera podido decir igualmente que la pieza resultante de ese esfuerzo vano era una sátira de la sociedad italiana, rusa o turca. Me doy cuenta que debo explicarme. He aquí lo que me sucedió: para aprender inglés compré, pues, hace nueve o diez años, un manual de conversación franco-inglesa, al uso de los principiantes. Me puse a trabajar. Copié concienzudamente las frases extraídas de mi manual para aprenderlas de memoria. Releyéndolas atentamente, no aprendí inglés pero sí, en cambio, verdades sorprendentes: que hay siete días en la semana, por ejemplo, lo que, por otra parte, sabía; o bien, que abajo está el piso, arriba el techo, lo que sabía igualmente, quizá, pero en lo cual nunca había reflexionado seriamente o que había olvidado, y que me parecía de pronto tan asombroso como indiscutiblemente cierto. Tengo sin duda bastante espíritu filosófico como para darme cuenta que lo que transcribía a mi cuaderno no eran simples frases inglesas en su traducción inglesa sino verdades fundamentales, comprobaciones profundas.No por eso abandoné aún el estudio del inglés. Felizmente, pues, después de las verdades universales el autor del manual me revelaba verdades particulares; y para ello este autor, inspirado, sin duda, en el método platónico, las expresaba por medio del diálogo. A partir de la tercera lección aparecían dos personajes que nunca supe si eran reales o inventados: el señor y la señora Smith, una pareja de ingleses. Ante mi gran asombro, la señora Smith informaba a su marido que tenían varios hijos, que vivían en los alrededores de Londres, que su apellido era Smith, que el señor Smith era empleado de oficina, que tenían una sirvienta, Mary, también inglesa, que tenían, desde hace veinte años, unos amigos llamados Martin, que su casa era un palacio, pues "la casa de un inglés es un verdadero palacio". Yo pensaba que el señor Smith debía estar un poco al corriente de todo aquello; pero, vaya a saber, hay gente tan distraída; por otra parte, es bueno recordar a nuestros semejantes cosas que pueden olvidar, de las cuales no tienen suficiente conciencia. Además de esas verdades particulares permanentes, se daban a conocer otras verdades del momento: por ejemplo, que los Smith acababan de cenar y que eran las nueve de la noche, hora inglesa, de acuerdo con el reloj de pared.Me permito señalar el carácter indudable, perfectamente axiomático, de las afirmaciones de la señora Smith, así como la manera típicamente cartesiana de razonar del autor de mi manual de inglés, pues, lo que era notable, era la progresión superiormente metódica de la búsqueda de la verdad. En la quincuagésima lección llegaban los Martin; la conversación se entablaba entre los cuatro y, sobre los axiomas elementales se edificaban las verdades más complejas: "el campo es más tranquilo que una ciudad populosa", afirmaban unos; "sí, pero en la ciudad la población es más densa, hay muchos negocios", replicaban los otros, lo que es igualmente cierto y prueba, además, que verdades antagónicas pueden coexistir perfectamente.Tuve entonces una revelación. Ya no se trataba para mí de perfeccionar mi conocimiento de la lengua inglesa. Consagrarme a enriquecer mi vocabulario inglés, aprender palabras para traducir en otra lengua lo que podía igualmente decir en francés, sin tener en cuenta el "contenido" de esas palabras, lo que me revelaban, hubiera sido caer en el pecado del formalismo que hoy los directores del pensamiento condenan con justa razón. Mi ambición era mucho mayor: comunicar a mis contemporáneos las verdades esenciales reveladas por el manual de conversación franco-inglesa. Por otra parte, los diálogos de los Smith y de los Martin eran propiamente teatro, ya que teatro es diálogo. Lo que tenía que hacer, pues, era una pieza de teatro. Escribí así La cantante calva, que es por consiguiente una obra teatral específicamente didáctica. ¿Y por qué se llama La cantante calva y no titularla La hora inglesa, como quise en cierto momento hacerlo? Sería una historia muy larga: una de las razones por las cuales La cantante calva fue titulada así, es porque ninguna cantante, calva o cabelluda, hace su aparición. Ese detalle debería bastar. Toda una parte de la pieza está hecha colocando una a continuación de la otra frases extraídas de mi manual de inglés; los Smith y los Martin de mi pieza, son los mismos, pronuncian las mismas sentencias, realizan las mismas acciones o las mismas "inacciones". En todo "teatro didáctico", no se trata de ser original, de decir lo que uno piensa: sería una falta grave contra la verdad objetiva; lo que hay que transmitir humildemente es la enseñanza misma que nos ha sido transmitida, las ideas que hemos recibido. ¿Cómo hubiera podido permitirse cambiar lo más mínimo en palabras que expresan de una manera tan edificante la verdad absoluta? Siendo auténticamente didáctica, mi pieza no debía ser sobre todo original ¡ni ilustrar mi talento!Sin embargo, el texto de La cantante calva fue una lección (y un plagio) sólo al principio. Las réplicas del manual que había contra inscrito cuidadosamente en mi cuaderno escolar, al quedar allí se decantaron al cabo de un tiempo, cobraron vida propia, se corrompieron, se desnaturalizaron. Sucedió no sé cómo un extraño fenómeno: el texto se transformó ante mis ojos, insensiblemente. Las réplicas del manual que había copiado correctamente, unas a continuación de las otras, se alteraron, como por ejemplo esa verdad innegable, cierta: "abajo está el piso, arriba el techo". La afirmación -tan categórica como sólida: los siete días de la semana son lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo- se deterioró, y el señor Smith, mi héroe, enseñaba que la semana se componía de tres días que eran martes, jueves y martes. Mis personajes, mis buenos burgueses, los Martin, sufrieron un ataque de amnesia: aunque viéndose, hablándose todos los días, no se reconocieron. Otras cosas alarmantes se produjeron: los Smith nos informaban de la muerte de un tal Bobby Watson, imposible de identificar, pues nos informaban asimismo que las tres cuartas partes de los habitantes de la ciudad, hombres, mujeres, niños, gatos, ideólogos, se llamaban Bobby Watson. Un quinto personaje, inesperado, surgía por último para agravar la inquietud de los pacíficos matrimonios: el capitán de bomberos que contaba historias en las cuales parecía tratarse de un toro joven que hubiera dado a luz una enorme ternera, de una rata que hubiera nacido de una montaña; luego el bombero se marchaba para no perderse un incendio, previsto desde hacía tres días, anotado en su libreta, que debía producirse del otro lado de la ciudad, mientras los Smith y los Martin proseguían su conversación. ¡Ay! las verdades elementales y sensatas que ellos enunciaban a continuación unas de otras, se habían vuelto descabelladas, el lenguaje se había desarticulado, los personajes se habían descompuesto; la palabra, absurda, se había vaciado de su contenido y todo acababa en una pelea cuyos motivos era imposible conocer, pues mis héroes se enrostraban no ya réplicas, ni siquiera fragmentos de proposiciones, ni palabras, sino sílabas, o consonantes, ¡o vocales!...... Para mí, se trataba de una suerte de desmoronamiento de la realidad. Las palabras se habían convertido en cáscaras sonoras, desprovistas de sentido; también los personajes, desde luego, se habían vaciado de su psicología y el mundo se me aparecía bajo una luz insólita, quizá su verdadera luz, más allá de las interpretaciones y de una causalidad arbitraria.Al escribir esta obra (pues esto se había convertido en una suerte de pieza o antipieza, es decir, una verdadera parodia de una pieza de teatro, una comedia de la comedia) sentía un verdadero malestar, vértigo, náusea. De cuando en cuando me veía obligado a detenerme y, al mismo tiempo que me preguntaba qué diablos me forzaba a seguir escribiendo, iba a echarme en un sofá con el temor de verlo caer en la nada; y yo junto con él. Cuando terminé este trabajo me sentí, sin embargo, muy orgulloso. Imaginaba haber escrito algo así como una tragedia del lenguaje... Cuando se representó me sorprendió casi oír reír a los espectadores que tomaron (y siempre toman) estas cosas alegremente, considerando que era una comedia, incluso una broma. Algunos (Jean Pouillon, entre otros), los que sintieron el malestar, no se equivocaron. Hubo otros que advirtieron que se trataba de una burla al teatro de Bernstein y sus actores: los actores de Nicolas Bataille lo advirtieron antes, al representar la pieza (sobre todo en las primeras representaciones) como un melodrama.Más tarde, al analizar esta obra, críticos serios y doctos la interpretaron sólo como una crítica de la sociedad burguesa y una parodia del teatro de boulevard. Acabo de decir que admito esta interpretación: sin embargo, no se trata, en mi opinión, de una sátira de la mentalidad pequeño-burguesa relacionada a tal o cual sociedad. Se trataba, sobre todo, de una suerte de pequeña burguesía universal, puesto que el pequeño burgués es el hombre de las ideas recibidas, de los slogans, el conformista de todas partes: dicho conformismo es revelado, desde luego, por su lenguaje automático. El texto de La cantante calva o del manual para aprender inglés (o ruso o portugués), compuesto de expresiones hechas, de los clisés más gastados, me revelaba, por eso mismo, los automatismos del lenguaje, del comportamiento de la gente, "el hablar para no decir nada", el hablar porque no hay nada personal que decir, una ausencia de vida interior, la mecánica de lo cotidiano, el hombre inmerso en su medio social sin diferenciarse de él. Los Smith, los Martin no saben ya hablar porque ya no saben pensar, no saben ya pensar porque ya no saben conmoverse, ya no tienen pasiones, no saben ya ser, pueden "transformarse" en cualquier persona, en cualquier cosa, pues al no ser ya no son sino los otros, el mundo de lo impersonal, son intercambiables: se puede poner a Martin en lugar de Smith y viceversa, que no nos daremos cuenta. El personaje trágico no cambia, no se quiebra; es él, es real. Los personajes cómicos son personas que no existen...

"Sólo valen las palabras. El resto es charlatanería."

La obra “La Cantante Calva” de Eugene Ionesco no se puede catalogar de pertenecer a un teatro psicológico, ni a un teatro simbolista, ni social , ni poético ni superrealista. Es un teatro que todavía no tiene etiqueta, que todavía no figura en ninguna estantería de confección. La presencia de personajes “reales” que tienen contacto con el mundo exterior, acentua la temática absurdista y caótica de “la Cantante Calva”. La obra en su plenitud es una parodia a la cotidaneidad de la vida del hombre, en particular de 2 parejas que forman un matrimonio. Ionesco a través de su obra se propone romper con toda ley literaria y metafísica, por lo cual sus personajes y sus respectivas personalidades carecen de lógica. Dentro de el universo paralelo creado por el autor hay dos personajes que estan por encima de todo. Ellos son el Jefe de Bomberos y Mary, la sirviente. El Bombero por un lado es el único que tiene concepción del tiempo, el que tiene un horizonte al cual caminar, objetivos dentro de su vida. En tanto Mary, es una mujer con sueños, que tiene intereses, deseos, tambien sabe lo que quiere, sin necesariamente saber como obtenerlo.

En la obra hay dos cosas que requieren un esencial entendimiento. Ambos matrimonios, los Martin y los Smith representan el “universon incoherente” o incoherencia universal de la vida bajo la motonidad, lo que sucede con la rutina. Sus días son idénticos, uno después del otro. El tiempo parece no avanzar con ellos. De ahí que al final de la obra la trama se repita cambiando los personajes de los Smith por los Martin, diciendo estos las mismas cosas. La obra es un intento de satirizar la tragedia Griega, de que el destino de todas esas monotonías siempre será el colapso y que se repitirá infinitamente, lo que es bastante triste y trágico.

El matrimonio de los Smith en sus infinitas conversaciones en su casa, demuestran lo mucho de nada que se puede decir. Como dos personas pueden hablar todo el día sin decirse absolutamente nada de valor. Los Smith discuten y arreglan sus problemas en la cama, lo que viene a demostrar el vacío contenido de todos sus diálogos y conversaciones que en muchos casos vienen a ser monólogos de dos personas que no se escuchan mutuamente. Por el contrario, el matrimonio Martin demuestra que el colapso comunicacional entre ellos es de tal envergadura que ya no saben ni donde viven, ni quienes son, ni quienes son sus hijos, ni de su relación como pareja. Ya ni si quiera se relacionan sexualmente. Cuando el Bombero les pregunta: “y en su casa no se esta quemando nada?” y ellos responden que “no, desafortunadamente...” demuestran que su matrimonio esta en una fase crítica, ya que ni siquiera tienen ningun tipo de vida sexual.

El absurdismo es un producto de la sociedad, no es un estilo anexo inventado para ser cómico y bizarro. Nuestra sociedad cambió al nivel que creó todo el movimiento absurdista, nihilista. El hombre de hoy vive “esperando su salvación”, que algo cambie su vida radicalmente y que le lleve a un lugar mejor, donde sea feliz. La verdad es que eso nunca pasará, y es absurdo en sí. Ver a un político es un clásico ejemplo de discurso absurdista, es decir mucho sin decir nada; “la economía va mal... crear empleo... por el cambio democrático... el poder del pueblo...”, etc. Lo que el absurdismo muestra es la vida cotidiana sin contenido, como el tiempo en que vivimos puede ser cíclico, como nos movemos en un “limbo” que avanza pero no se mueve, sino que se queda estático. Y es inmovilidad en el tiempo lo que produce la angustia que mucha gente no se explica.

El Bombero representa al hombre idealista, el que no ha perdido su esencia y que trata de salvar a los matrimonios Martin y Smith, pero ve que está destinado al fracaso.

Un escenario que representa la caída diaria del hombre de valores, el que cree en el amor y en el honor. El Bombero choca contra la dura realidad hecha tangible a través de los Smith y los Martin. Muchas veces el individuo cotidiano no sabe porque su vida se mueve en un círculo. En el caso de esos dos matrimonios, no tienen ni la menor idea, por lo que el Bombero se da por vencido, sin antes dar un último intento de resucitarlos, preguntando: “y a proposito... ¿y la cantante calva?” Él espera que despierten y le respondan: “¿de que diablos hablas?” pero esto simplemente no sucede. Los personajes como Mary o el Bombero son incluidos en la obra para hacer la sátira y el contraste mas acentuado. Ellos son nuestro nexo, ya que es cierto que muchas personas en el público con como los matrimonios Martin y Smith, pero los que realmente entienden la obra ven en Mary y especialmente en el Bombero a ellos mismos. Esto crea un sentimiento de frustración con el universo que te rodea, porque comprendes que no funciona y que no puedes hacer absolutamente nada para cambiarlo. El Bombero en sí es un ser frustrado, es un bombero y no logra encontrar incendios (lo que impulsa su profesión) así que los anda buscando, una metáfora de andar buscando “significado a su vida.” Cosa que personas o seres medianamente racionales hacen a menudo, pero que gente como esos dos matrimonios dejaron de hacer hace mucho, cuando sus vidas cayeron en la rutina, perdieron el horizonte.

Pero bueno amigos, como dice un ser querido, "no os preocupéis", a fin de cuentas,todo esto es ficción y no realidad ... ¡Cualquier parecido con ésta,es pura coincidencia!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Uy!! como disfruté de este post!! definitivamente el poder de la palabra es taan grande que coincido contigo, la realidad supera la ficción mi querido amigo. Y también a veces pienso que la vida es como una mezcla de comedia, tragedia, en fin. Buenísima reflexión que dejas acá también acerca del poder de la palabra. "Hablar mucho y al final no decir nada" Eso sí es un absurdo. Tú que opinas? Sinceramente disfruté al máximo, aunque no creas me hizo hasta reír, creo que por aquello de:cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Un abrazo para tí cargado de mucho, mucho amor y no exagero en palabras ok? TQM MIGUELINA

Bichita23 dijo...

Fredy Eduardo me has heho recordar cuando inmersa en mis sueños de intelectual, avida de conocimientos lei la Cantante Calva, además que a la edad que la leimos para los demás erá admirable, y te pregunto con ocasión de tú escrito del domingo cuantas personas de las que conocemos han leido la cantante calva,ni antes ni ahora la sensibilidad por las letras por el septimo arte han predominado al menos en nuestro país , así que mirate en un espejo no se si seresmos mejores o peores pero si se que somos algo diferentes .

FEVC dijo...

El poder de la palabra...inmenso y vasto, como tiempo y espacio;hablar mucho sin decir nada...el pan nuestro de cada día; ¡qué más podría expresar? coincidencia total; Abrazos Miguelina.

Bichita, tienes toda la razón;vivimos y crecimos aceleradamente,desafiando toda temporalidad;fuimos procaces y lo peor del caso es que aún lo seguimos siendo,pareciera que rompimos el molde, quedando signados como representantes de una extirpe prácticamente extinta,que cada vez es menorrepresentativamente hablando;sin siquiera la posibilidad de refugiarnos los unos en los otros;no obstante a ello, ¿qué podemos hacer, sino seguir adelante y sobrevivir?. Gracias por la visita, no te imaginas cuánto aprecio las veces que al pasar, dejas tu imborrable huella por acá.Por favor, no dejes de hacerlo. Se te quiere y desea siempre lo mejor...¡Besos!