También es hoy el día acordado para "festejar" la navidad, en mi particular ámbito laboral, con un "forzado almuerzo" para el cual nos han "obligado a trabajar de 8 a 10 am, para de la sede, "salir corriendo" al pomposo lugar de almuerzo, hasta las 4pm. Horario restringido de principio a fin. Entre cámaras, monitores,circuito cerrado y amenazas voyeristas desde arriba hacia abajo, ¡cómo para no perderselo!
Vivencias,Recuerdos,Anécdotas,Esperanzas y Desesperanzas de un ciudadano como cualquiera, criado en la convicción de que la educación, el esfuerzo, la dedicación, confianza y creatividad constituyen la base del desarrollo personal, apasionado del cine, la música. lectura y las artes
viernes, diciembre 15, 2006
Un mundo...¿ Maravilloso?
También es hoy el día acordado para "festejar" la navidad, en mi particular ámbito laboral, con un "forzado almuerzo" para el cual nos han "obligado a trabajar de 8 a 10 am, para de la sede, "salir corriendo" al pomposo lugar de almuerzo, hasta las 4pm. Horario restringido de principio a fin. Entre cámaras, monitores,circuito cerrado y amenazas voyeristas desde arriba hacia abajo, ¡cómo para no perderselo!
jueves, diciembre 14, 2006
¡Volando alto, con plena conciencia de la libertad y el sentimiento, como Juan Salvador Gaviota!...

He querido compartir con ustedes, una muestra (pequeña, aunque no lo crean) de la literatura que añoro, por haber sido parte importante de mi formación personal y ciudadana. Me gustaría, en tal sentido, poder contar con el mayor número de comentarios, saber qué piensan al respecto, si los han leído, si les gusta o no.
Este medio ha constituido un importante y valiosísimo elemento comunicacional de mi vida, se los confieso con total franqueza, de manera que les agradezco su presencia, sus visitas y comentarios.
Escribir sin tener un receptor, no tiene sentido alguno.
Juan Salvador Gaviota (Richard Bach)
Richard Bach, piloto de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, luego de su jubilación continúa volando en aviones de su propiedad. Su producción literaria incluye otras obras; Ilusiones, Ningún lugar está lejos, El don de volar, Biplano, Nada es azar, Ajeno a la tierra, El puente hacia el infinito y Alas para vivir.
Amanecía, y el nuevo sol pintaba de oro las ondas de un mar tranquilo.Chapoteaba un pesquero a un kilómetro de la costa cuando, de pronto, rasgó el aire la voz llamando a la Bandada de la Comida y una multitud de mil gaviotas se aglomeró para regatear y luchar por cada pizca de comida.
Comenzaba otro día de ajetreos.
Pero alejado y solitario, más allá de barcas y playas, está practicando Juan Salvador Gaviota. A treinta metros de altura, bajó sus pies palmeados, alzó su pico, y se esforzó por mantener en sus alas esa dolorosa y difícil posición requerida para lograr un vuelo pausado. Aminoró su velocidad hasta que el viento no fue mas que un susurro en su cara, hasta que el océano pareció detenerse allá abajo. Entornó los ojos en feroz concentración, contuvo el aliento, forzó aquella torsión un... sólo... centímetro... más...Encrespáronse sus plumas, se atascó y cayó.Las gaviotas, como es bien sabido, nunca se atascan, nunca se detienen. Detenerse en medio del vuelo es para ellas vergüenza, y es deshonor.Pero Juan Salvador Gaviota, sin avergonzarse, y al extender otra vez sus alas en aquella temblorosa y ardua torsión -parando, parando, y atascándose de nuevo-, no era un pájaro cualquiera. La mayoría de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas de vuelo más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Más que nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar.
Este modo de pensar, descubrió, no es la manera con que uno se hace popular entre los demás pájaros. Hasta sus padres se desilusionaron al ver a Juan pasarse días enteros, solo, haciendo cientos de planeos a baja altura, experimentando. No comprendía por qué, por ejemplo, cuando volaba sobre el agua a alturas inferiores a la mitad de la envergadura de sus alas, podía quedarse en el aire más tiempo, con menos esfuerzo; y sus planeos no terminaban con el normal chapuzón al tocar sus patas en el mar, sino que dejaba tras de sí una estela plana y larga al rozar la superficie con sus patas plegadas en aerodinámico gesto contra su cuerpo. Pero fue al empezar sus aterrizajes de patas recogidas -que luego revisaba paso a paso sobre la playa- que sus padres se desanimaron aún más.-¿Por qué, Juan, por qué? -preguntaba su madre-. ¿Por qué te resulta tan difícil ser como el resto de la Bandada, Juan? ¿Por qué no dejas los vuelos rasantes a los pelícanos y a los albatros? ¿Por qué no comes? ¡Hijo, ya no eres más que hueso y plumas!-No me importa ser hueso y plumas, mamá. Sólo pretendo saber qué puedo hacer en el aire y qué no.
Nada más.Sólo deseo saberlo.-Mira, Juan -dijo su padre, con cierta ternura-. El invierno está cerca. Habrá pocos barcos, y los peces de superficie se habrán ido a las profundidades. Si quieres estudiar, estudia sobre la comida y cómo conseguirla.
Esto de volar es muy bonito, pero no puedes comerte un planeo, ¿sabes? No olvides que la razón de volar es comer.Juan asintió obedientemente. Durante los días sucesivos, intentó comportarse como las demás gaviotas; lo intentó de verdad, trinando y batiéndose con la Bandada cerca del muelle y los pesqueros, lanzándose sobre un pedazo de pan y algún pez. Pero no le dió resultado.Es todo inútil, pensó, y deliberadamente dejó caer una anchoa duramente disputada a una vieja y hambrienta gaviota que le perseguía. Podría estar empleando todo este tiempo en aprender a volar. ¡Hay tanto que aprender!No pasó mucho tiempo sin que Juan Salvador Gaviota saliera solo de nuevo hacia alta mar, hambriento, feliz, aprendiendo. El tema fue la velocidad, y en una semana de prácticas había aprendido más acerca de la velocidad que la más veloz de las gaviotas.A una altura de trescientos metros, aleteando con todas sus fuerzas, se metió en un abrupto y flameante picado hacia las olas, y aprendió por qué las gaviotas no hacen abruptos y flameantes picados. En sólo seis segundos volo a cien kilómetros por hora, velocidad a la cual el ala levantada empieza a ceder.Una vez tras otra le sucedió lo mismo. A pesar de todo su cuidado, trabajando al máximo de su habilidad, perdía el control a alta velocidad.Subía a trescientos metros. Primero con todas sus fuerzas hacia arriba, luego inclinándose, hasta lograr un picado vertical. Entonces, cada vez que trataba de mantener alzada al máximo su ala izquierda, giraba violentamente hacia ese lado, y al tratar de levantar su derecha para equilibrarse, entraba, como un rayo, en una descontrolada barrena.Tenía que ser mucho más cuidadoso al levantar esa ala. Diez veces lo intentó, y las diez veces, al pasar a más de cien kilómetros por hora, terminó en un montón de plumas descontroladas, estrellándose contra el agua.Empapado, pensó al fin que la clave debia ser mantener las alas quietas a alta velocidad; aletear, se dijo, hasta setenta por hora, y entonces dejar las alas quietas. Lo intentó otra vez a setecientos metros de altura, descendiendo en vertical, el pico hacia abajo y las alas completamente extendidas y estables desde el momento en que pasó los setenta kilómetros por hora. Necesitó un esfuerzo tremendo, pero lo consiguió. En diez segundos, volaba como una centella sobrepasando los ciento treinta kilómetros por hora. ¡Juan había conseguido una marca mundial de velocidad para gaviotas! Pero el triunfo duró poco. En el instante en que empezó a salir del picado, en el instante en que cambió el angulo de sus alas, se precipitó en el mismo terrible e incontrolado desastre de antes y, a ciento treinta kilómetros por hora, el desenlace fue como un dinamitazo. Juan Gaviota se desintegró y fue a estrellarse contra un mar duro como un ladrillo.
Juan Salvador Gaviota pasó el resto de sus días solo, pero voló mucho más allá de los Lejanos Acantilados. Su único pesar no era su soledad, sino que las otras gaviotas se negasen a creer en la gloria que les esperaba al volar; que se negasen a abrir sus ojos y a ver. Aprendía más cada día.
Aprendió que un picado aerodinámico a alta velocidad podía ayudarle a encontrar aquel pez raro y sabroso que habitaba a tres metros bajo la superficie del océano: ya no le hicieron falta pesqueros ni pan duro para sobrevivir. Aprendió a dormir en el aire fijando una ruta durante la noche a través del viento de la costa, atravesando ciento cincuenta kilómetros de sol a sol. Con el mismo control interior, voló a traves de espesas nieblas marinas y subió sobre ellas hasta cielos claros y deslumbradores... mientras las otras gaviotas yacían en tierra, sin ver más que niebla y lluvia. Aprendió a cabalgar los altos vientos tierra adentro, para regalarse allí con los más sabrosos insectos.Lo que antes había esperado conseguir para toda la Bandada, lo obtuvo ahora para si mismo; aprendió a volar y no se arrepintió del precio que había pagado. Juan Gaviota descubrió que el aburrimiento y el miedo y la ira, son las razones por las que la vida de una gaviota es tan corta, y al desaparecer aquellas de su pensamiento, tuvo por cierto una vida larga y buena.Vinieron entonces al anochecer, y encontraron a Juan planeando, pacífico y solitario en su querido cielo. Las dos gaviotas que aparecieron juto a sus alas eran puras como luz de estrellas, y su resplandor era suave y amistoso en el alto cielo nocturno. Pero lo más hermoso de todo era la habilidad con la que volaban; los extremos de sus alas avanzando a un preciso y constante centímetro de las suyas.Sin decir palabra, Juan les puso a prueba, prueba que ninguna gaviota había superado jamás. Torció sus alas, y redujo su velocidad a un sólo kilómetro por hora, casi parándose. Aquellas dos radiantes aves redujeron tambien la suya, en formación cerrada. Sabían lo que era volar lento.Dobló sus alas, giró y cayó en picado a doscientos kilómetros por hora. Se dejaron caer con él, precipitándose hacia abajo en formación impecable.Por fin, Juan voló con igual velocidad hacia arriba en un giro lento y vertical. Giraron con él, sonriendo.Recuperó el vuelo horizontal y se quedó callado un tiempo antes de decir:-Muy bien. ¿Quiénes sois?-
Somos de tu Bandada, Juan. Somos tus hermanos. -Las palabras fueron firmes y serenas.
Hemos venido a llevarte más arriba, a llevarte a casa.-¡Casa no tengo! Bandada tampoco tengo. Soy un Exilado. Y ahora volamos a la vanguardia del Viento de la Gran Montana. Unos cientos de metros más, y no podré levantar más este viejo cuerpo.-Sí que puedes, Juan. Porque has aprendido. Una etapa ha terminado, y ha llegado la hora de que empiece otra.Tal como le había iluminado toda su vida, también ahora el entendimiento iluminó ese instante de la existencia de Juan Gaviota. Tenían razón.
El era capaz de volar más alto, y ya era hora de irse a casa. Echó una larga y última mirada al cielo, a esa magnífica tierra de plata donde tanto había aprendido.-Estoy listo -dijo al fin. Y Juan Salvador Gaviota se elevó con las dos radiantes gaviotas para desaparecer en un perfecto y oscuro cielo.
El cineasta Hall Bartlet en 1973, realizó una estupenda película, logrando con asombroso acierto, la titánica tarea de traducir en imágenes tan espectacular historia, acompañado de uno de los soundtracks más hermosos a cargo del talentoso Neil Diamond.
miércoles, diciembre 13, 2006
El corazón humano es caprichoso con sus cariños y afectos...y en reconocimiento de la verdad
Y no es sólo "política", "elecciones", "inconsistencias numéricas ni extrañas reuniones o sensaciones de no estar presenciando la verdad, de vivir en una suerte de "mundo paralelo", donde lamentablemente hay que dejar de lado connotaciones filosóficas y premisas propias de vida para dedicarse simplemente a sobrevivir. No, es que además, más allá de ello, en nuestras casas, en nuestro trabajo, nuestro día a día está preñado de desidia, de egoísmos y malsanos deseos que condicionan esta carrera desenfrenada por sobrevivir a costa del débil, del reconocible afán de avasallar, atropellar, desconocer los méritos y valores del prójimo, del que lo hace bien, quien nos ayuda a que el desempeño del grupo de trabajo sea óptimo, quienes se encuentran tras la felicitación que recibe el Director, el Administrador, el Jefe.
Ahora los Directores y Jefes, cual amnésicos irremediables, sólo reconocen sus propias necesidades, eludiendo su responsabilidad inmediayta para con quienes se encuentran bajo su mando y no ven más allá de sus narices y los gastos que ellos sí tienen que realizar, cual si se tratase de una Navidad exclusiva, de una necesidad inminente que sólo a ellos atañe y a la cual los demás no tienen derecho, a fin de cuentas ellos como responsables de su gestión, son quienes reciben la felicitación, la palmada en la espalda y el grueso de la bonificación, para ellos si hay la cuantificación completa, son objeto de una evaluación que no admite revés, pero que paradójicamente afecta a quienes se encuentran bajo su dependencia. Qué ironía, ¿puede un Director ser excelente y tener un excelso tope remuneratorio, cuando quienes estan por debajo de éste se encuentran bastante por debajo de la media ponderatoria?
Una golondrina no hace verano. Una sola persona es incapaz de sacar adelante una gestión que en esencia resulta de la compartida y aguerrida labor de una cadena de eslabones que lo hacen posible. Tras un largo peregrinar, todavía no se ha llegado al ansiado lugar, esa especie de oasis particular, donde prevalezcan la confianza y el entendimiento, donde las dificultades se diriman, gracias a la firme convicción de que no somos poseedores de la verdad absoluta, donde cada día persiste el necesario ensamble de cada uno de los elementos que conforman un todo. Pero bueno, es Navidad y la vida continúa, no queda más que vivir por sobre todas las cosas, de cumplir la meta trazada y revalidar la fe que se anida en nuestros corazones...bueno, en los que todavía pensamos de esa forma, a pesar del día a día, de la verdad que yace y se esconde debajo de las alfombras, de la decepción y el desespero... A fin de cuentas y a pesar de todo, es Navidad...y esto, lamentablemente, no es cuento, es la verdad.
martes, diciembre 12, 2006
lunes, diciembre 11, 2006
De la Navidad, un cumpleañero especial y el Amor que se anida en cada uno de nosotros...
La Navidad, como ya se ha expresado, permite reconciliarnos con la fe, vivir hermanados pensando en un presente amigable y fraterno, en un futuro esperanzador.
Es tiempo de buena voluntad, villancicos y cánticos que nos permiten reflexionar, añorar a los seres queridos, establecer alianzas esperanzadoras que nos permitan tomar una bocanada de aire fresco y seguir adelante, confiados en la infinita gracia del Dios Padre.
Por ello, creyendo firmemente en la buena voluntad, en la capacidad regenerativa del hombre frente a si mismo, en la consensualidad manifiesta de salir airosos de los trances que se nos presentan para ser cada día mejores personas y ciudadanos, estas líneas pretenden avivar un poco, en medio de tanto desconsuelo, injusticia e intolerancia en nuestro diario vivir, ese espíritu festivo y esperanzador de la navidad, alejado del mercantilismo de gastarlo todo, enfrascado enb su esencia más pura:la reconciliación y el despertar de la fé en los corazones de los hombres de buena voluntad, para salir airosos de las pruebas que atravesamos y seguir adelante ... con una sonrisa.
Al Lic. Alvarez, en este día especial, el de su cumpleaños, mis esperanzados deseos de que brille en su alma la luz y el destello de la inteligencia, excelencia creativa y feliz desempeño, como excelente persona y brillante profesional de la comunicación social;que ese travieso y anhelante niño que cohabita con tan maravilloso ser, le permita seguir siendo encantador,vehemente, soñador y tan él, que jamás le impida CREER que todo cuanto quiere es posible realizar, si lucha con la suficiente tenacidad para lograrlo y que la pesadumbre y el desespero no existen ni tienen cabida, cuando la fe existe en nuestros corazones, para impulsarnos a seguir adelante, contra todo pronóstico.
A todos los queridos amigos lectores, un abrazo cálido que permita ratificarles el afecto y la bienaventuranza de esta siempre hermosa temporada Navideña.
"¡Feliz, feliz Navidad, la que hace que nos acordemos de las ilusiones de nuestra infancia, le recuerde al abuelo las alegrías de su juventud, y le transporte al viajero a su chimenea y a su dulce hogar!" (Charles Dickens)
"El recuerdo, como una vela, brilla más en Navidad" (Charles Dickens)